Sangre que discurre como dolorosos pensamientos enlazados.
La sangre sabe a metal y a fuego, a infierno y ego.
Y es que me gusta tanto dejar atrás un rastro de magma eterno mío,
de muerte líquida, de labios dormidos.
Sangre de soles apagados, de ideas nunca aclaradas y botellas vacías.
¿Viste todo ese desamparado? Bien, es mío, llantos ahogados como guía.
Protege bien el magma que discurre por tus vías.
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